sábado, 13 de diciembre de 2014

Pequeño gran hombre (1970): rompiendo moldes y patrones, por Jesús Javier Vilareyo y Villamil





Pequeño gran hombre (1970): rompiendo moldes y patrones


La película de 1970 del realizador Arthur Penn, basada en la novela de Thomas Berger, supuso todo un giro conceptual en la manera de filmar las llamadas “películas del Oeste” o de “indios y vaqueros”. Pequeño gran hombre destruyó muchos mitos del género enterrando para siempre la visión idealizada de John Ford sobre la bondad de los “blancos” con su Séptimo de Caballería y la maldad de los “indios”, dándole por completo la vuelta a este calcetín ideológico que nos transmitiera Hollywood hasta la fecha. Penn ridiculiza figuras tan míticas como la del pistolero heroico (interpretado aquí por un ridículo Dustin Hoffman) y las del ejército de Caballería de los Estados Unidos que son presentados como unos asesinos despiadados en contraposición con la beatífica, sabia y pacífica vida de los pobrecillos indígenas nativos. La propia figura patriótica del general Custer es presentada como la de un verdadero majareta.

   La simpatía de Penn hacia los indios es evidente: ellos son los sabios, los prudentes, los cuerdos, los compasivos, los verdaderamente humanos. Así, la esposa india del protagonista, compasiva con sus hermanadas viudas, quiere que su marido yazca igualmente con ellas para apaciguar sus deseos, ejemplo de una cultura india menos hipócrita que la cultura cristiana.
   El protagonista es un hombre blanco que capturado de niño por los cheyennes se cría con ellos como uno más luego de librarse de la matanza de toda su familia en un ataque cheyenne a su caravana. Lo llaman Pequeño Gran Hombre porque a pesar de ser de poca estatura es muy valiente a pesar de lo cual cae prisionero del Ejército americano volviendo a (mal)integrarse en la sociedad blanca yá que él mismo no sabe ya si es indio o blanco por lo que termina volviendo a su antigua tribu y se casa con una Cheyenne. Viendo la maldad y crueldad de los blancos, nuestro Hombre decide vengarse de ellos haciendo todo lo posible para confundir a Custer para que éste y su ejército americano pierdan la Batalla de Pequeño Gran Cuerno.


La película refleja sucesos realmente históricos como la matanza del río Washita en la que se masacraron a los cheyennes en un intento por exterminarlos por la fuerza. Otro hecho histórico es la victoria de los indios sobre el ejército de Custer en la Batalla final de Little Big Horn y su poco heroica muerte en ella. La comunidad india parece una sociedad idílica, (los buenos salvajes) frente a la locura de los blancos (la sociedad occidental y capitalista), incluso respetan y aceptan la homosexualidad representada en el personaje de Pequeño Caballo que prefiere hacer las faenas femeninas en lugar de las insoportables tareas masculinas. Penn quiere hacernos ver que la sociedad india es más civilizada que la blanca y que por lo tanto no es ni mucho menos una sociedad inferior. Esta película fue de las primeras en contar con antropólogos e historiadores para su realización, visión ésta que ya iba siendo una necesidad en el cine luego de tantos años de desvaríos y desajustes. La genial novedad de Pequeño Gran Hombre es que se trata de una completa comedia, donde los continuos cambios culturales e identitarios del protagonista ofrecen una visión cómica de la identidad, o más bien de los cambios de identidad, y de la facilidad, rapidez e incluso imprevisión con que estos cambios se nos pueden presentar en nuestras vidas en los momentos menos insospechados. Es como si de repente nos enamoráramos de un agente o de una agenta de la CIA e inmediatamente nos hiciéramos 100% pro-yanquis. Nuestras identidades parece que son en el fondo como unas veletas al albur del viento más favorable. Tan fácil como eso.



Jesús Javier Vilareyo y Villamil


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